jueves, 5 de agosto de 2010

Entrevista a Laura Yusem: “La imaginación está en los ensayos”

(Por Susana Spano) El domingo 18 de julio, la cartelera del Teatro Talía anunciaba, en Mercedes, el estreno de la obra “Querida Mamá o guiando la hiedra” sobre cuentos de Hebe Uhart. Un acontecimiento semejante es poco frecuente en nuestra ciudad, sobre todo si tenemos en cuenta que, además de las actrices que dan vida a la pieza, su directora estaría presente en el espectáculo. Hablar de Laura Yusem es recordar puestas de los más grandes autores del teatro universal y nacional, recorrer una larga lista de actores y actrices, dando vida a los personajes más disímiles, a través del sello inconfundible que esta gran maestra pone en cada obra.

Es una tarde desapacible, lluviosa y fría. Entro en el hall del teatro y allí la encuentro, amable, serena, dispuesta al diálogo. Después de agradecerle esta entrevista, hablamos de su gran pasión: el teatro y comenzamos a desgranar momentos de su vida.

Laura Yusem: Comencé como bailarina, coreógrafa y tuve una gran maestra – Ana Itelman – que fue una pionera de la danza moderna en la Argentina. Cuando me pasé al teatro todo lo que sabía sobre el espacio, sobre dinámica, los ritmos, tuvieron cierta influencia. Mis puestas son bastante coreografiadas pero ahora soy directora de teatro no coreógrafa.

Periodista: Entre la extensa gama de autores que ha puesto en escena, ¿cuál es su preferido?

L.Y.: Trabajé con muchos autores: clásicos: Gorki, Shakespeare, Strindberg, etc. y argentinos pero si tuviera que elegir uno, me quedo con Griselda Gambaro, nuestra gran autora teatral. Dirigí más de diez piezas de Griselda. Tengo una profunda empatía con ella, una gran admiración y creo que nos representa magníficamente a todos los argentinos.

P.: Ud. dirigió dos veces La Malasangre, de Gambaro. ¿Qué diferencias hay entre las dos puestas?

L.Y.: Sí, La Malasangre fue la primera obra de Griselda que dirigí; fue en 1982 con un elenco formado por Soledad Silveira, Lautaro Murúa, y Oscar Martínez, Patricio Contreras y un gran elenco. Era la época de la dictadura y tenía otra resonancia. La última puesta la hicimos en el Teatro Regina, ya en democracia, con Carolina Fal, que es una enorme actriz, Lorenzo Quinteros, Joaquín Furriel, Catalina Speroni, Luis Sembrón… ese espectáculo tuvo otra vida porque la historia no hablaba tanto de la dictadura como del amor. Con ese espectáculo estuvimos en gira un año. Carolina hizo una gran creación del personaje, yo la adoro, es una chica maravillosa.

P.: ¿Si hubiera que nombrar algún actor que la haya impactado a quién podría mencionar?

L.Y.: Yo nombraría a tres: el primer actor profesional que dirigí fue Carlos Carella que no era solamente un gran actor, era un gran hombre que me enseñó muchas cosas. Después nombraría a Lautaro Murúa que fue otro grande y al más querido de mi corazón Ulises Dumont que era genial, un ser de luz aparte del talento inmenso que tenía. Los tres eran muy distintos pero de un talento inconmensurable.

P.: ¿Qué significó en su carrera Teatro Abierto?

L.Y.: ¡Muchísimo! Como para todos; fue un antes y un después. Fue nuestra manera de luchar contra la dictadura a través de nuestro modesto quehacer. En ese momento no teníamos la dimensión de lo que significaba, solamente estábamos contentos de estar todos juntos (éramos muchísimos) Fue un hito y lo más importante fue cómo respondió la gente porque se volcó masivamente a nuestra convocatoria.

P.: ¿De qué manera “piensa” una obra que subirá a escena y cómo es su trabajo con los actores?

L.Y.: Depende de la obra, puede ser que comience a imaginar que tal actor o actriz podría ser ideal para tal o cual papel pero, por distintas razones, uno puede tener no al actor soñado sino a otro por eso todo lo que sigue es trabajo. La imaginación está en los ensayos, yo trabajo allí. Tengo un profundo respeto por los actores, creo que son los dueños del espectáculo; los directores ayudamos. Cuando se trata de actores talentosos uno no tiene más que esperar porque ellos producen el milagro. Cuando los actores son malos, hay que ensayar más y tener mucha paciencia porque… nadie es tan malo.

P.: ¿Cuándo y por qué decidió incursionar en la actuación?

L.Y.: La anécdota fue que Daniel Veronese me trajo una obra suya para que yo la dirigiera. Habían muerto mis padres recientemente y no estaba pasando un buen momento, entonces le dije: “Daniel no puedo dirigir esto, no tengo energía”. Y cuando se estaba yendo agregué: “ni siquiera la voy a leer porque no se trata de si tu obra es buena o mala, es que yo no puedo”. Él entendió perfectamente y, cuando se estaba yendo, no sé de dónde me salió decir: “pero, en cambio quisiera trabajar en una obra de Periférico (que era el grupo que él tenía) como actriz”. No me contestó nada y a mí me dio muchísima vergüenza, pensé una persona grande como yo (él es más joven) hice un papelón… Pasaron quince días (yo llena de vergüenza). Un día me llamó y no me dijo más que esto: “te vas a llamar Tomás, tenés nueve años y empezamos a ensayar mañana”

P.: ¿Y cómo fue la experiencia?

L.Y.: ¡Fantástica! Porque además a mí me ayudó, desde un lugar de menos responsabilidad a elaborar el duelo por el que estaba pasando. Estuvimos tres años haciendo esa obra y terminamos en Estados Unidos, en Nueva York, con una gira.

P.: Si tuviera que elegir entre la bailarina la actriz o la directora teatral, con cuál se quedaría.

L.Y.: No podría elegir, porque son cosas muy distintas. Creo que lo que más placer me ha dado en la vida es bailar. Entre actuar y dirigir… soy directora pero el actuar es más placentero que la dirección.

P.: ¿Por qué?

L.Y.- Porque uno está descargando energía. El director está sentado absorbiendo como una especie de pararrayos toda la energía de los demás.

P.: Volviendo al presente, cómo surgió “Querida Mamá...”.

L.Y.: Son varios cuentos de Hebe Uhart que tratan relaciones entre madres e hijas. Yo hice la dramaturgia; reuní los textos, los organicé y resultó un relato no lineal son cuentos convertidos en teatro por la dramaturgia. Con las actrices Marta Rodríguez y Julieta Alfonso, en los ensayos fuimos buscando y encontrando todo lo que podíamos y terminamos en esto que ustedes van a ver hoy. Lo que queremos contar básicamente es el vínculo, que no siempre es bondadoso ni tierno, entre una madre y una hija, pero que es profundamente amoroso, aún con las peleas, con el disenso. Y este vínculo es especial porque en la obra la madre está muerta pero para mí es una celebración de la vida más allá de la muerte.

P.: ¿Cree que el teatro argentino está pasando por una buena etapa?

L.Y.: Siempre creo que el teatro argentino está pasando por un buen momento. Éste, en particular, lo es. Sin embargo nunca dejé de pensarlo porque a pesar de los momentos horribles que hemos pasado, a pesar de las dificultades, de la censura del exilio, de las muertes, siempre nos hemos arreglado para hacer lo que queríamos hacer, a veces mejor, a veces peor pero lo hicimos

Sentada frente a ella he podido, por una breve fracción de tiempo, entrar a compartir anécdotas, recuerdos de seres añorados e irrepetibles, fragmentos de su vida, nostalgias. Antes de finalizar la entrevista me habla de su cariño y respeto por Roberto Altieri, su alumno, de quien dice “es un ser nobilísimo que ama profundamente el teatro”.

El clima no ha variado, la tarde sigue gris y destemplada. A través de los grandes ventanales del Talía la lluvia traza un surco semejante a la guía de la hiedra. La despedida nos acerca brevemente en un apretón de manos y el agradecimiento por haberme permitido conocer, desde otro lugar, a esta maestra de maestros que lleva en su ser, como el primer día, el fuego sagrado del teatro.

Esta nota forma parte de la entrevista exclusiva que Laura Yusem brindó a Radio Fénix, 93.9 MHZ el 18 de julio de 2010.

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