El grupo teatral de
la cárcel local presentó la obra de Goldoni bajo la dirección de Gabriela
Lorusso. La representación fue el miércoles pasado en el Centro cultural Teatro
Argentino Int. Julio C. Gioscio.
Las
repercusiones que tuvieron la obra del Grupo teatral Renacer fueron excelentes
y con un balance más que positivo para el elenco de internos de la Unidad
Penitenciaria Nº 5 dirigidos por Gabriela Lorusso. El miércoles 16,
presentó el grupo de teatro “Renacer” conformado por internos de
la Unidad Penitenciaria Nº 5 de Mercedes una nueva obra, “El
abanico” del autor Carlo Goldoni, escrita y ambientada en Venecia en
el año 1765.
Esta
presentación colmó la sala del Centro Cultural Teatro Argentino Julio C.
Gioscio, de un público que incluyó autoridades y personal penitenciario, del
poder judicial, del municipio, docentes, familiares y público general que una
vez más acompañó la actividad de las personas privadas de la libertad que son
autorizadas por el sistema judicial para presentarse ante el público mercedino.
A
la hora de hacer una crítica, parte del público destacó que “fue una obra con
mucho texto” en el que los diálogos, enredos y situaciones divertidas fueron
los protagonistas. Sin titubeos ni errores, los actores han progresado en
relación a la pieza teatral presentada con anterioridad.
“El
Abanico” es una obra más dinámica, con muchas corridas y caídas. Nuevamente la
puesta en escena tuvo una escenografía que enmarca las escenas en una calle de
Venecia, y el vestuario de gran estilo, de grades polleras e importantes
peinados y pelucas, dan cuenta con la seriedad que se trabaja en este proyecto
y se nota en la buena calidad que se logra en toda la obra.
Cabe
recordar que la obra es una comedia italiana en la que un objeto
insignificante, un abanico de escaso valor, se convierte en el motor de la acción.
Este simple accesorio consigue construir relaciones, producir choques y
desencadenar crisis, en la que en un pueblo de las afueras de la
ciudad, por culpa de un abanico roto, se consuma una historia de equívocos y
malentendidos, encontramos la pasión del autor por la observación de los vicios
y las virtudes de una variada humanidad, fotografiada simultáneamente en todos
sus estratos sociales: nobles decadentes, burgueses incapaces de tomar
decisiones, gente del pueblo que ha perdido todos los temores y cultiva todavía
inconscientemente pequeños fermentos revolucionarios.
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