A
cargo de la Licenciada
Vilma Pérez Casalet, en el Museo Histórico
Víctor Miguez están realizando la restauración y puesta en valor de una estatua
que durante muchos años supo estar en la fachada del almacén de Villafañe en la
esquina de calle 22 y 21 y que luego fuera trasladada a los jardines del
Regimiento Nº 6, para finalmente instalarse en el Museo de calle 12, donde
sufrió intentos de robo y daños varios.
La
responsable del Museo Histórico Víctor Míguez, Liliana Basualdo, contó que se dispuso restaurar la estatua que
representaría a un joven Baco y que desde 1992, gracias a los trámites de
Ulises D’Ándrea, es patrimonio municipal. Originalmente, la estatua estuvo en
lo alto del almacén de ramos generales de la familia Villafañe. “Los Villafañe tenían varios almacenes en la
región y cada una de las casas habría tenido una escultura en la parte superior
del edificio. En Chivilcoy todavía está el Dios del Comercio, Mercurio. Este
Baco, Dios del Vino, estaba acá en Mercedes y las otras no sabemos aún. Tampoco
sabemos quién es el autor de esta escultura y ese es un mayor problema”,
contó la museóloga que anticipó que aún se buscan los restos de información
sobre la procedencia de la escultura a partir de la investigación que llevan
adelante con los familiares locales de los Villafañe.
“Siempre estuvo en nuestra mente ponerla en
condiciones y en valor como lo hicimos con la escultura de Lola Mora. Ahora lo
podemos hacer porque la gente que está construyendo en la esquina de 21 y 22
tiene la idea de tomar una muy buena fotografía y colocarla en el palier del
edificio”¸ agregó Basualdo y recordó cuando intentaron robar la escultura
de mármol en un solo bloque, tallada por el artista.
Por
su parte, la conservadora y restauradora Vilma
Pérez Casalet, que también puso en valor la estatua de Lola Mora que está
en el Museo Míguez, explicó que la obra es una “pieza única” porque se produjo
de un solo bloque de mármol aunque sí existen “copias” de referencia que supo
hacerse en Europa.
De
la estatua dijo que era “curioso” que sea un Baco joven y vestido. “Generalmente, los Baco o Dionisio que están
expuestos en los museos tienen una postura más desequilibrada. Estructuralmente
está bien la escultura pese a que sea de un peso considerable y por eso tiene
algunas fisuras. No se puede estimar la antigüedad porque siempre se recurre a
la documentación que no hay. Estamos haciendo la investigación para determinar
qué posible taller pudo haber trabajado esta obra, así como conocer cómo
ingresó al país. Aunque también podemos suponer que sea de un estudio del país.
Pero nos tenemos que manejar con la fecha en la que se empieza a ser visible.
Las decoraciones en las grandes ciudades comienzan a ser demandadas a partir de
1880 cuando las grandes familias adquieren obras y no necesariamente con firmas
porque estas eran de mayor valor. Preferían copias aunque sea una pieza única”,
destacó la restauradora.
Desde
hace un mes, una o dos veces por semana, llega a nuestra ciudad la restauradora
que trabaja sobre la pieza de mármol haciendo una limpieza profunda de la
escultura y busca arreglar los perjuicios que los años de exposición al aire
libre y el vandalismo de los últimos tiempos dejaron en el joven Baco. Además,
la investigación continúa buscando el contexto histórico en el que fue traída y
que marca el valor simbólico de la obra.
“Me encontré con una obra muy deteriorada,
es un mármol veteado con marcas rosas y grises originales de la piedra. Además
de los problemas del paso del tiempo y del desgaste, el mármol tiene vetas que
tienen que ser respetadas y entendidas. En esta primera etapa organicé el
trabajo con un soporte con ruedas que nos permite moverla. Después la curamos
de los níqueles mezcla de hongos y algas y le hicimos una limpieza especial con
detergentes neutros y bactericidas para arreglar las microfisuras sacando las
bacterias y las esporas para que la escultura no vuelva a sufrir una
restauración tan grande”, explicó Pérez Casalet mientras continuaba con el
proceso de retirado de la suciedad de la escultura.
Un
dato curioso que es menester destacar y que se conoció a partir de las
investigaciones realizadas por la restauradora y por el equipo del Museo, es
que existe una estatua de las mismas características en los jardines de la casa
del escritor Ernesto Sábato. Un poco más sucia y con roturas visibles, la
estatua de Santos Lugares habría sido una de las favoritas del escritor
argentino, puesto que varias imágenes de él tienen al joven Baco de fondo.
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