Crítica a la obra de teatro "Jardines de Guerra" que protagonizan en el Teatro Talía de Mercedes, Gabriela Lorusso y Stella Siri. Las funciones continúan los sábados a las 21,30 horas y los domingos a las 20,30. Sala calle 20 Nº 740 (entre 29 y 31), Mercedes.
(Por Susana Spano) No importa dónde ni cuándo suceda, la guerra siempre es cruel, deja marcas difíciles de borrar y habita en cada rincón del alma. Cuando concluye, una sensación de vacío recorre a los que la sufrieron, enfrentándolos con un futuro incierto, plagado de interrogantes y miedos. “Jardines de Guerra”, de Gabriela Lorusso, plantea el tema a través de la mirada de dos mujeres – madre e hija – que regresan a la casa familiar, al término de la contienda.
El texto dramático bucea en el dolor, la muerte y el sinsentido de la vida pero, a pesar de tocar temas extremos, Lorusso elige un lenguaje poético que lo torna melancólico pero no desesperanzado.
La obra se estructura sobre la base de monólogos breves alternados con diálogos intensos, en los que las protagonistas entretejen sus historias de vida.
El contraste constituye un aspecto significativo de la pieza: la madre -- Stella Siri – por imperio de las circunstancias, se casó con un hombre al que no amaba. La hija - Gabriela Lorusso - , por el contrario, halló el amor de su vida y vivió por él. Sus recuerdos transportan a escena a los ausentes, corporizándolos en cada lugar de la casa, en cada objeto recuperado que adquiere un sentido mágico, al proyectar el pasado en el presente.
La noche en que las mujeres regresan a la casa no es una noche cualquiera: es Navidad. Una Navidad distinta, desolada, entre ruinas. En el viejo arcón habitan aún, intactos, los vestidos del ayer: uno rojo -- la sangre derramada --, otro verde -- la esperanza de la paz. Madre e hija por un momento olvidan todo, se transforman a través de la seda que las envuelve, confundiéndose con los personajes queridos: tía Blandine, tío Maurice, los primos, los abuelos…La escena se puebla de risas y recuerdos… “los manjares de la abuela”, “los ramilletes de flores de mamá”, las velas, el amor.
Las campanadas las vuelven a la realidad… no hay ramilletes de azahares, ni luces, ni alegría… solo ellas, compartiendo el pan amargo de una victoria sin vencedores, de un tiempo sin retorno.
Es hora de partir, lentamente encienden las velas, “por si la Virgen llegara a pasar”… En la luz brilla la esperanza del mañana, la salida del sol en un horizonte nuevo que las aguarda.
Gabriela Lorusso tuvo a su cargo la difícil tarea de actuar y dirigir. Su personaje -- la hija -- tiene momentos de gran vuelo dramático que resuelve con acierto. La puesta tiene un alto contenido estético y logra acercar al espectador al clima que el texto requiere
Stella Siri en su composición de la madre juega su personaje con madurez. El texto exige un fuerte compromiso pues no es sencillo fluctuar, sin transición, entre la introspección y la interacción, el llanto y la risa, graduando cada gesto, cada tono.
La escena en que da vida a los integrantes de la familia, demanda gran histrionismo y una ductilidad muy refinada que la actriz resuelve con solvencia. Como síntesis de la actuación, su bello parlamento final corona una labor excelente.
Jardines de Guerra es, en síntesis, una obra singular que plantea una profunda indagación de la condición humana; interpretada por dos excelentes actrices que lucen su talento en la escena mercedina.
El texto dramático bucea en el dolor, la muerte y el sinsentido de la vida pero, a pesar de tocar temas extremos, Lorusso elige un lenguaje poético que lo torna melancólico pero no desesperanzado.
La obra se estructura sobre la base de monólogos breves alternados con diálogos intensos, en los que las protagonistas entretejen sus historias de vida.
El contraste constituye un aspecto significativo de la pieza: la madre -- Stella Siri – por imperio de las circunstancias, se casó con un hombre al que no amaba. La hija - Gabriela Lorusso - , por el contrario, halló el amor de su vida y vivió por él. Sus recuerdos transportan a escena a los ausentes, corporizándolos en cada lugar de la casa, en cada objeto recuperado que adquiere un sentido mágico, al proyectar el pasado en el presente.
La noche en que las mujeres regresan a la casa no es una noche cualquiera: es Navidad. Una Navidad distinta, desolada, entre ruinas. En el viejo arcón habitan aún, intactos, los vestidos del ayer: uno rojo -- la sangre derramada --, otro verde -- la esperanza de la paz. Madre e hija por un momento olvidan todo, se transforman a través de la seda que las envuelve, confundiéndose con los personajes queridos: tía Blandine, tío Maurice, los primos, los abuelos…La escena se puebla de risas y recuerdos… “los manjares de la abuela”, “los ramilletes de flores de mamá”, las velas, el amor.
Las campanadas las vuelven a la realidad… no hay ramilletes de azahares, ni luces, ni alegría… solo ellas, compartiendo el pan amargo de una victoria sin vencedores, de un tiempo sin retorno.
Es hora de partir, lentamente encienden las velas, “por si la Virgen llegara a pasar”… En la luz brilla la esperanza del mañana, la salida del sol en un horizonte nuevo que las aguarda.
Gabriela Lorusso tuvo a su cargo la difícil tarea de actuar y dirigir. Su personaje -- la hija -- tiene momentos de gran vuelo dramático que resuelve con acierto. La puesta tiene un alto contenido estético y logra acercar al espectador al clima que el texto requiere
Stella Siri en su composición de la madre juega su personaje con madurez. El texto exige un fuerte compromiso pues no es sencillo fluctuar, sin transición, entre la introspección y la interacción, el llanto y la risa, graduando cada gesto, cada tono.
La escena en que da vida a los integrantes de la familia, demanda gran histrionismo y una ductilidad muy refinada que la actriz resuelve con solvencia. Como síntesis de la actuación, su bello parlamento final corona una labor excelente.
Jardines de Guerra es, en síntesis, una obra singular que plantea una profunda indagación de la condición humana; interpretada por dos excelentes actrices que lucen su talento en la escena mercedina.
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